The United Nations Office for Project Services (UNOPS)
«Mi sueño es tener una escuela»
Las nuevas escuelas en las comunidades indígenas y quilombolas de todo Brasil están abriendo vías de acceso a la educación y oportunidades para la juventud que vive lejos de los centros urbanos.
Las comunidades quilombolas de Brasil son descendientes de personas que escaparon de la esclavitud y establecieron sus propios asentamientos llamados quilombos. Estas comunidades se definen por una historia compartida de resistencia y una profunda conexión con su tierra, por la que siguen luchando para obtener el reconocimiento oficial y la titularidad legal.
En las zonas tradicionales de Brasil, generaciones de jóvenes indígenas y quilombolas han crecido profundamente conectados con la tierra, pero con demasiada frecuencia sin acceso a espacios adecuados para aprender y crecer.
Para muchos y muchas, el camino hacia la educación es tedioso e incierto, un trayecto marcado por grandes distancias, aulas improvisadas y recursos escasos.
«Mis hijos estudiaron aquí, bajo los árboles, en las casas de la gente. Fue muy difícil», relata María Paulina, residente de la aldea de Sede, en el estado de Pará.
«Cuando llueve, los cuadernos de los y las estudiantes se mojan. No hay donde hacer los dibujos», añade Xiuhka Apalai, profesora de Amapá.
Nací y crecí aquí. Aprendí a firmar mi nombre y eso fue todo. No pudimos continuar debido a la falta de estructura. No había escuela, no había docente».
En algunos casos, las familias envían a sus hijos e hijas a ciudades lejanas en busca de educación. Pero el costo es elevado, tanto desde el punto de vista económico como social y ambiental. Cuando los niños y las niñas se marchan, las comunidades pierden no solo a sus jóvenes, sino también la oportunidad de transmitir el conocimiento tradicional de generación en generación, que ha sustentado la vida, la biodiversidad y los medios de subsistencia durante siglos.
En Brasil se hablan aproximadamente 295 lenguas indígenas, sin contar los dialectos. Sin embargo, muchas de ellas corren el riesgo de desaparecer, ya que las formas de vida tradicionales se ven cada vez más influenciadas por la cultura dominante.
En colaboración con el Ministerio de Educación, a través del Fondo Nacional para el Desarrollo de la Educación, UNOPS está apoyando la finalización de 62 escuelas indígenas y quilombolas en todo el país.
Para estas comunidades, el acceso a la educación no es solo un derecho, sino una necesidad: empoderar a las generaciones jóvenes, mantener la identidad cultural y proteger su entorno.
«[...] la preservación de la naturaleza es fundamental para que podamos seguir sobreviviendo en la Tierra», afirma Nilson Tembé, Jefe de la aldea de Frasqueira, en Pará.
«Enseñar nuestra lengua es lo más importante; sin ella, dejamos de ser indígenas», afirma Aderbal de Souza Santos Tembé, profesor en Pará.
Una escuela que valora los conocimientos tradicionales y, al mismo tiempo, tiene espacio para los conocimientos técnico-científicos, es una forma de garantizar el futuro de las personas».
La sostenibilidad en el centro del proyecto
La finalización de las escuelas va mucho más allá de la infraestructura.
Las comunidades fueron fundamentales para hacer realidad el proyecto. Desde el principio, expresaron sus necesidades y deseos, compartiendo ideas para garantizar que las escuelas reflejaran su forma de vida. Su participación influyó en todos los aspectos, desde el diseño hasta los materiales, incluida la identificación de materiales locales y sostenibles para la construcción, lo que contribuirá a facilitar el mantenimiento a largo plazo.
Para mantener a todas las personas informadas e involucradas, se formó un equipo de gestión social con miembros de las comunidades indígenas y quilombolas. Son responsables de compartir actualizaciones periódicas sobre el progreso con líderes comunitarios, lo que ayuda a garantizar que el proyecto se mantenga fiel a su visión y refuerza tanto la implicación como la confianza a lo largo de su implementación.
«En este proyecto, la gestión social comienza mucho antes de la construcción, antes de que se coloque el primer ladrillo», afirma Diogo Cavallari, Especialista en Gestión de Obras de UNOPS.
«Desde el principio, estuvimos en contacto con líderes de las comunidades indígenas y quilombolas, con docentes, directores y directoras de escuelas, y con las autoridades locales pertinentes», añade.
Las escuelas están diseñadas teniendo en cuenta la sostenibilidad, utilizando materiales que maximizan la luz natural y la ventilación, integran paneles solares para obtener energía renovable e incluyen sistemas de recogida de agua de lluvia para reducir el impacto medioambiental y reforzar la resiliencia climática.
Esta iniciativa está abriendo caminos hacia la educación —y puertas de oportunidad— para la juventud de las comunidades indígenas y quilombolas de todo Brasil.
Imagino un futuro en el que los niños y las niñas indígenas [...] puedan estudiar y seguir practicando las costumbres de nuestro pueblo [...] con la ciencia que viene de fuera».
«Quiero estudiar Derecho. Para mí se trata de entrar en el mundo de los derechos de los pueblos indígenas. Luchar por nuestros derechos, que a menudo son vulnerados y no respetados», dice Zahy Tembé, estudiante de Frasqueira, en Pará.
Información sobre el proyecto