The United Nations Office for Project Services (UNOPS)

Un lugar seguro para sentirse a salvo

Este artículo se publicó hace más de dos años, por lo que algunos de los datos que contiene podrían estar desactualizados.

En Argentina, se necesitan con urgencia más hogares a fin de mejorar las condiciones de vida y proporcionar un espacio seguro para que las familias vivan y prosperen.

Tucumán, en el noroeste de Argentina, es una de las provincias con mayor densidad demográfica del país. Su próspera capital, San Miguel de Tucumán, se encuentra rodeada de asentamientos en condiciones precarias. Dos mundos contiguos evidencian que a pesar de la prosperidad de algunos sectores, aún resta trabajar por aquellos que viven en una situación de vulnerabilidad.

La provincia de Tucumán

Teresa Suárez

Durante 22 años, la familia Suárez ha vivido en Tafí Viejo, un pequeño municipio de la provincia de Tucumán. Tras un accidente devastador, el Gobierno municipal le entregó a la familia una casa pequeña en una parcela como solución temporal. La casa fue ampliada con láminas de metal y apenas ubicaba dos camas, una mesa pequeña y un par de sillas. Además, una habitación estrecha podía llegar a ser compartida por hasta diez miembros de una familia y varias mascotas.

«Era como un hospital», describe Teresa. «Muy poca privacidad».

«Vos entrabas ahí y te daba la sensación de [tienda de] campaña en guerra», cuenta Manuel Delgadino, referente social de Abriendo Caminos de Esperanza, una organización de servicios sociales sin ánimo de lucro que presta apoyo a familias en Argentina. «Y los chicos, por una cuestión de espacio, estaban acostumbrados a comer ahí, en las camas, porque no entraban todos en la mesa».

Gracias a una iniciativa del Gobierno de Argentina, con la ayuda de Abriendo Caminos de Esperanza y UNOPS, se construyó una nueva casa para la familia Suárez. Una de las mejoras más importantes radica en que su nuevo hogar les brinda una mayor sensación de seguridad.

Para salir teníamos miedo, porque teníamos miedo que nos entren y nos roben. Entonces ahora ya no, uno sale y cierra la puerta. Volvemos tarde. Antes si salíamos, alguien se tenía que quedar en la casa».

- Teresa Suárez

Además de la salud y la seguridad, la nueva vivienda y la capacitación proporcionadas en el marco del programa han cambiado el estilo de vida. De manera indirecta, constatamos beneficios intergeneracionales debido al ejemplo que los jóvenes reciben de sus padres al cuidar de la casa. «Y vemos el cambio en las familias cuando llegas a la casa, y los chicos ya están bañados, cambiados. Eran cosas que antes no veíamos», afirma Manuel Delgadino.

Gisella Mariela Díaz

Gisella Mariela Díaz ha vivido toda su vida en Tafí Viejo. Hasta hace poco tiempo, ella y sus hijos vivían en un hogar improvisado detrás de la casa de su madre. Las malas condiciones de vida contribuyeron a que dos de sus hijos desarrollaran enfermedades respiratorias.

«Durante las tormentas, tenía que llamar a mi hermano para que me sostenga las chapas con algo, porque se levantaban con el viento», recuerda Gisella. «Una noche, me llama uno de los chicos y me dice “¡Mamá, está entrando mucha agua en el cuarto! ¡Vení a ver!” Voy a ver y ya le estaba llegando a la altura de las piernas […]. Hice un agujero en la pared para que saliera el agua».

Actualmente, gracias a la asistencia provista por el programa de vivienda social, Gisella y su familia viven en un hogar seguro y a salvo.

Cada uno [de mis hijos] tiene su comodidad, ya no van a pasar frío, ya las tormentas ya pasaron, ni las sentimos».

- Gisella Mariela Díaz

Una comunidad integrada

Para Gisella, Teresa y muchas más mujeres, el proyecto de vivienda social ha ido más allá de brindarles un nuevo hogar: les ha abierto el camino para nuevas amistades y un futuro mejor. A través de su participación activa en el programa de vivienda social, Gisella conoció a otras mujeres.

Yo no tenía amistad [con ellas], pero a través de la construcción de las casas, se armaron las juntadas y nos conocimos un poco más».

- Gisella Mariela Díaz

La casa de Gisella se convirtió en un lugar de encuentro para que las mujeres se integren y piensen en nuevas ideas para ganarse la vida y mejorar la comunidad. «Yo me juntaba en las casas de las chicas y salíamos a vender las botellas que hacíamos con las servilletas, con el papel maché», relata.

En total, 11 familias recibieron un nuevo hogar en Tafí Viejo. Muchas de las personas beneficiarias del programa son madres solteras que viven con familiares con discapacidades o enfermedades crónicas. Sus hogares no estaban debidamente conectados a los servicios básicos y sufrían a causa del hacinamiento y el mal estado del saneamiento.

El modelo general de los hogares incluye tres habitaciones, una cocina, el comedor y un baño. Asimismo, las viviendas están conectadas a servicios como electricidad, agua y alcantarillado. En algunos casos, se han diseñado modelos especiales de viviendas a fin de atender las necesidades de las personas con discapacidad.  

«Destaco la flexibilidad del programa en el sentido de cómo se ha ido adaptando a cada familia», declara Rafael Salas, presidente de la organización local. «Cada familia tiene su forma, sus hábitos de convivir. Yo solo he conocido programas en donde todas las casas son iguales, un solo módulo habitacional incluso para familias con chicos con discapacidad y estaban todos hacinados».

La colaboración con la organización social local permitió poner en marcha un enfoque más participativo. El proyecto promovió reuniones entre familias, referentes sociales y especialistas de UNOPS en el ámbito técnico, lo que permitió atender en conjunto las necesidades específicas de cada familia.

«Destaco de UNOPS […] que no nos trata como sujeto de beneficencia», afirma Manuel Delgadino. «Se nos consultó en todo, se nos hizo parte, realmente nos hemos sentido integrados».

Con el objetivo común de construir las viviendas, se crearon grupos de trabajo compuestos por miembros de las familias, los habitantes de Tafí Viejo y la comunidad vecina. Se brindaron sesiones de capacitación y talleres sobre seguridad en las obras de construcción, así como de temas de higiene y saneamiento, nutrición, jardinería y reciclaje. Estos espacios de aprendizaje les proporcionaron nuevas habilidades, conocimientos y oportunidades laborales en la comunidad.

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Información sobre el programa

Junto con el Ministerio de Obras Públicas, los municipios y las organizaciones comunitarias locales, UNOPS implementa un programa de integral de infraestructura social con el objetivo de mejorar las condiciones de vida, facilitar el acceso a servicios básicos y promover la creación de espacios públicos en pequeñas localidades. El programa buscar mejorar la urbanización y la calidad de las viviendas, y brindar asistencia técnica y apoyo social a comunidades en nueve provincias de Argentina.

El programa, el cual beneficiará a cerca de 50.000 personas, asigna financiación a organizaciones comunitarias locales o a Gobiernos municipales que se encargan de diversos proyectos de infraestructura. Cientos de hogares destinados a familias vulnerables se encuentran en proceso de renovación o construcción y miles más se están integrando a las redes de servicios básicos. Esto incluye haber conectado alrededor de 2.500 hogares con las redes de abastecimiento de agua y 1.400 hogares con el sistema de saneamiento. Asimismo, se están acondicionando espacios públicos en los municipios de todo el país.


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