The United Nations Office for Project Services (UNOPS)

Reflexión

Más allá del retrete: invertir en dignidad, equidad y el futuro colectivo del planeta

El mundo se enfrenta a una crisis de saneamiento sin precedentes. Reformular el saneamiento como una propuesta de inversión podría cerrar la brecha y construir un futuro más resiliente.

Más de 3.500 millones de personas siguen sin tener acceso a servicios de saneamiento gestionados de forma segura (aseos que separan higiénicamente los desechos humanos del contacto, conectados a sistemas de tratamiento o eliminación segura). Esta falta de acceso socava los avances en materia de salud pública, educación, igualdad de género y sostenibilidad medioambiental.

La falta de saneamiento contamina el agua y los alimentos, propagando enfermedades como el cólera y la diarrea, y atrapando a las comunidades en un ciclo de mala salud y pobreza. Los niños y las niñas enfermos faltan a la escuela, y las niñas a menudo se ven obligadas a abandonar los estudios cuando comienzan a menstruar debido a la falta de aseos seguros y privados, lo que socava la educación.

La falta de acceso a servicios de saneamiento gestionados de forma segura afecta especialmente a las mujeres y las niñas, privándolas de dignidad y exponiéndolas a la violencia cuando buscan intimidad al aire libre. Desde el punto de vista medioambiental, las aguas residuales sin tratar contaminan los ríos y las aguas subterráneas, matando la vida acuática y contaminando las fuentes de agua vitales para el consumo y la agricultura.

El África subsahariana soporta una parte desproporcionada de esta carga, con casi 500 millones de personas sin acceso a servicios básicos de saneamiento. En muchos países, el acceso a servicios de saneamiento gestionados de forma segura cae por debajo del 30% en muchas zonas rurales.

Países como la República Democrática del Congo, Kenya y Nigeria presentan algunas de las mayores deficiencias en materia de saneamiento del mundo. La rápida urbanización agrava el problema, ya que los asentamientos informales de ciudades como Lagos, Nairobi y Kinshasa se enfrentan a una escasez crónica de aseos seguros y accesibles. Las mujeres, las niñas, las personas con discapacidad y los hogares con bajos ingresos se encuentran especialmente desatendidos y se enfrentan a obstáculos en materia de privacidad, seguridad y dignidad.

El sector del saneamiento sigue estando muy infrarrepresentado en la financiación climática, ya que solo recibe el 0,3 % de la financiación climática mundial. Sin embargo, los sistemas de saneamiento son vulnerables al clima y relevantes para el clima: las inundaciones, las sequías y los fenómenos meteorológicos extremos comprometen los servicios de saneamiento, mientras que los residuos no tratados a menudo contaminan las fuentes de agua potable y liberan metano, un potente gas de efecto invernadero.

Los modelos tradicionales basados en la ayuda han demostrado ser insuficientes para hacer frente a la magnitud del desafío. Es necesario un cambio: pasar de proyectos fragmentados y dependientes de donantes a la creación de economías nacionales de saneamiento autosuficientes. Reformular el saneamiento como una propuesta de inversión reconoce que solo se puede lograr un impacto sostenible cuando el saneamiento se integra en el tejido económico e institucional de un país.

El valor de mercado de los servicios de saneamiento es enorme: 14.200 millones USD en Nigeria, 3.100 millones USD en Kenya y 3.400 millones USD en Uganda. Las inversiones catalíticas, que pueden ayudar a reducir el riesgo de las inversiones para los inversores externos, pueden contribuir a movilizar la financiación nacional, estimular a las pequeñas y medianas empresas (pymes) y crear puestos de trabajo, especialmente en los mercados emergentes, donde las pymes generan el 70% de los nuevos puestos de trabajo.

Las finanzas innovadoras por sí solas no pueden cerrar la brecha en materia de saneamiento. La capacidad de traducir las políticas y las finanzas en infraestructura resiliente y bien gestionada es fundamental.

No funciona depender únicamente de grandes infraestructuras de alcantarillado que a menudo dejan de lado los asentamientos informales y las comunidades remotas. Ampliar el acceso a un saneamiento gestionado de forma segura al ritmo y la escala necesarios depende de tecnologías descentralizadas, autónomas y locales que puedan diseñarse, operarse y adaptarse a diferentes contextos y preferencias.

En muchas ciudades en rápido crecimiento del Sur Global, estas soluciones escalables existentes y las nuevas innovaciones pueden suponer un cambio revolucionario. En Kenya, se estima que el 60% de la cobertura futura de saneamiento gestionado de forma segura provendrá de estos sistemas sin alcantarillado de última generación.

Los países también deben integrar el saneamiento en sus contribuciones determinadas a nivel nacional y en sus planes nacionales de adaptación, con el apoyo de asistencia técnica para diseñar proyectos financiables y resilientes al clima. Este doble enfoque de inclusión de políticas y apoyo a la implementación transforma las ambiciones de alto nivel en proyectos viables.

Igualmente importante es la transición hacia una economía circular del saneamiento, en la que los desechos humanos se consideren un recurso en lugar de una carga.

Al convertir los residuos en productos como fertilizantes orgánicos, biogás y piensos para animales, los países pueden generar nuevas fuentes de ingresos, reducir la contaminación ambiental y mejorar la seguridad alimentaria y energética. Este enfoque circular combina incentivos económicos con la sostenibilidad y crea oportunidades de empleo.

Abordar el saneamiento en el África subsahariana es tanto una necesidad de salud pública como una oportunidad para la resiliencia climática. Es esencial un modelo transformador que combine financiación catalítica, desarrollo del mercado y excelencia en la implementación. Este enfoque, basado en la titularidad local, la inclusión de género y la alineación climática, puede proporcionar sistemas de saneamiento sostenibles y equitativos que promuevan la acción climática, aumenten el acceso al saneamiento y refuercen los objetivos de desarrollo más amplios.

Ir más allá del retrete significa construir economías de saneamiento sostenibles que empoderen a las personas, protejan los ecosistemas y fortalezcan la resiliencia. No se trata solo de una inversión en infraestructura, sino de una inversión en dignidad, equidad y el futuro colectivo del planeta.


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