The United Nations Office for Project Services (UNOPS)

Los desastres no solo destruyen el terreno, sino que también destrozan el corazón de las comunidades.

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del área urbana de Maceió afectada por el hundimiento del suelo.

Desde los desastres provocados por el clima hasta la destrucción causada por los conflictos y otras crisis provocadas por el ser humano, la recuperación suele centrarse en lo visible: edificios derrumbados, calles inundadas, infraestructuras destrozadas.

Sin embargo, las heridas más profundas suelen ser las pérdidas invisibles: las cicatrices emocionales y la angustia de quienes han sido desplazados de forma permanente, llevando consigo los recuerdos de un hogar y una comunidad a los que quizá nunca puedan volver.

«A veces la gente piensa en el territorio solo como infraestructura, pero también está formado por las conexiones entre las personas [...]. No solo cayeron las paredes, sino también nuestras vidas», dice Roberta Santos, una residente desplazada.

En marzo de 2018, Roberta y otros habitantes de Maceió sintieron temblores y fuertes estruendos procedentes del subsuelo.

Tras décadas de extracción subterránea de sal gema en zonas cercanas, los túneles comenzaron a derrumbarse, provocando que el terreno sobre ellos empezara a hundirse. Los barrios de Pinheiro, Bom Parto, Bebedouro, Mutange y Farol vieron cómo sus casas, tiendas, escuelas y centros de salud pasaban a formar parte de la zona de peligro, destrozando la vida de decenas de miles de personas. 

A día de hoy, la tragedia que se está desarrollando en Maceió sigue siendo el mayor desastre socioambiental urbano en curso en Brasil.

Vimos cómo se marchaban nuestras amistades, cómo cerraban nuestra escuela y nuestra iglesia. El tren que conectaba nuestros barrios dejó de funcionar. Perdimos lo más importante: nuestro hogar».

Paulo Rodrigo - un joven líder de la comunidad de Quebrada, que forma parte de Bebedouro, uno de los barrios afectados por la catástrofe
Edificios abandonados junto a la laguna de Mundaú.
Se han instalado vallas de contención para impedir el acceso a la estación de tren, designada como zona de riesgo.
Una calle hundida en una de las zonas afectadas por el desastre.
Las vallas de contención bloquean el acceso a una iglesia, identificada como zona de riesgo.
¿Sabía que...?

La región de América Latina y el Caribe es la segunda más propensa a sufrir desastres a nivel mundial. Entre 2000 y 2022, aproximadamente 190 millones de personas se vieron afectadas por más de 1.530 desastres, que tuvieron un impacto desproporcionado en las poblaciones más vulnerables y marginadas.

Fuente: UNDRR

«Nunca volverás a casa»

«Nunca volverás a casa»

El desastre obligó a unas 60.000 personas a abandonar sus hogares, dejando atrás años de recuerdos, historia familiar, unión y el sentido de pertenencia construido a lo largo de generaciones.

En los distritos vecinos a la zona de peligro, las grietas que se extienden por las paredes de las casas sirven como recordatorio diario de que el desastre está lejos de haber terminado. Para quienes aún viven allí, la elección es dolorosa: empezar de nuevo en otro lugar o quedarse y vivir con la incertidumbre.

«Antes, nadie usaba la palabra borda (borde/frontera), ahora todos sabemos que significa estar cerca del riesgo. Aprendimos que la zona 0 ya no existe, que la zona 0.1 fue la segunda en ser evacuada y eso nos hace vivir con miedo diario, sin saber qué pasará en el futuro», explica Paulo Rodrigo.

En febrero de 2019, casi un año después de que comenzara a producirse el desastre, se produjeron fuertes lluvias y se pidió a la población residente del barrio de Pinheiro que evacuaran la zona, ya que los edificios volvían a hundirse.

Casi cinco años después, Mônica Oliveira, una recolectora de mariscos, observó con horror desde la ventana de su apartamento cómo se formaba un remolino en la laguna de Mundaú cuando una mina situada debajo se derrumbó.

El barrio estaba ahí. Hoy ya no existe».

- Mônica Oliveira

Para las comunidades afectadas, la sensación de pérdida va mucho más allá de lo físico: es una herida que se lleva consigo cada día, junto con la pérdida irreparable de su hogar.

  • Vista aérea de uno de los barrios abandonados.
  • Roberta Santos se encuentra frente al árbol que plantó su familia, lo único que queda donde antes estaba su hogar.
  • Vallas metálicas rodean el perímetro de la zona afectada por el desastre.
  • Las vallas metálicas de contención marcan la zona cero y borran el recuerdo del lugar donde antes vivía la gente.

Pérdida de biodiversidad y medios de subsistencia

Pérdida de biodiversidad y medios de subsistencia

El colapso constante de las minas también ha tenido repercusiones medioambientales más amplias en la zona, incluida la biodiversidad.

Paulo recuerda un día de diciembre de 2023, cuando el colapso de una importante mina provocó el vertido de sal en la laguna de Mundaú, al oeste de Maceió. La laguna alberga un rico ecosistema que durante mucho tiempo ha sido la principal fuente de ingresos de miles de familias que dependían de la pesca y la recolección de sururu, un tipo tradicional de mejillón. La salud del delicado ecosistema de la laguna se ha deteriorado significativamente desde la incursión de los residuos mineros.

«La laguna está enferma, las garzas rosadas y grises ya no están desde el día del desastre», afirma Joseane dos Santos, madre de nueve hijos que los crió alrededor de la laguna, alimentándolos con el dinero que ganaba pescando y recolectando mariscos.

Para muchos, una laguna enferma no solo significa la pérdida de sus medios de vida, sino también la pérdida de su historia, de su identidad.

La laguna es mi madre, mi padre, mi vida».

- Joseane dos Santos

Hacia la justicia y la recuperación

¿Sabía que...?

La campaña ECOA formó parte del programa de recuperación Nuestra tierra, nuestra historia. El programa reunió a movilizadores y movilizadoras locales y voluntarios y voluntarias de las Naciones Unidas para identificar a las personas afectadas por el desastre y ofrecerles una plataforma para compartir sus historias. Al darles voz, pudo comenzar el proceso de sanación y reconstrucción, ya que al contar sus historias, comenzaron a restaurar su historia.

La información recopilada a lo largo de la campaña está contribuyendo al desarrollo de futuras actividades y proyectos en el marco del programa.

Hacia la justicia y la recuperación

En respuesta al desastre, UNOPS está colaborando con el Comité para las Pérdidas Inmateriales, una red de voluntarios y voluntarias que reúne a las comunidades para trazar el camino hacia la recuperación, una iniciativa financiada mediante una acción civil pública del Ministerio Público Federal en Alagoas.

A través del programa de recuperación de cuatro años Nuestra tierra, nuestra historia, el objetivo es reparar los daños inmateriales sufridos por una comunidad que desde entonces se ha dispersado por la ciudad de Maceió.

«Ahora queremos justicia [...] ayudar a sanar a la población [...].  y recordar la historia, nuestra historia», afirma Dilma de Carvalho, Presidenta del Comité para las Pérdidas Inmateriales.

El programa busca reunir a las comunidades desplazadas para sanar las heridas sociales que dejó el desastre y reconstruir la región de manera colectiva. A través de proyectos impulsados por la comunidad, se centra en restaurar el bienestar mental, crear oportunidades para la generación de ingresos y el emprendimiento, y fortalecer los lazos que unen a las comunidades.

También promueve la educación ambiental y trabaja para preservar la cadena productiva de la laguna de Mundaú, al mismo tiempo que apoya a las organizaciones de la sociedad civil local que lideran el camino hacia la recuperación.

«Ya habíamos conseguido una indemnización individual para quienes tuvieron que abandonar sus hogares, pero era necesaria una reparación por los daños morales colectivos», afirma la Dra. Roberta Bomfim.

Este programa de recuperación en Maceió es innovador porque involucra directamente a la comunidad en el proceso de reparación.

Se pueden crear procesos para mitigar los daños, atenuar las consecuencias y abrir caminos para la reconstrucción de los lazos sociales. [...] Estamos aquí para comenzar este trabajo».

Bernardo Bahia - Gerente de Proyectos de UNOPS
  • Se están llevando a cabo talleres de apoyo psicológico en el barrio de Bebedouro, con el fin de ayudar a la población residente a reconstruir sus vínculos sociales y seguir adelante juntos tras la catástrofe.
  • Luiza Espedião es una de las muchas mujeres que participan en los talleres de apoyo psicológico en el barrio de Bebedouro.
  • Roberta Santos, una residente desplazada, hablando con el equipo del proyecto.
  • Paulo Rodrigo, un joven líder de la comunidad de Quebrada, habla con el equipo del proyecto.
  • Una residente desplazada muestra un álbum de fotos, uno de los pocos vestigios que le quedan de su vida antes del desastre.

Lo que está sucediendo en Maceió refleja las mismas vulnerabilidades que el cambio climático pone de manifiesto en todo el mundo: comunidades vulnerables que soportan tanto el impacto físico como emocional de la degradación medioambiental.

La recuperación va más allá de la reconstrucción de infraestructura: también consiste en restaurar el tejido social de las comunidades para fortalecer su resiliencia y ayudarlas a resistir crisis futuras.

Para Roberta Santos, volver a las calles desiertas de su antiguo barrio en Maceió ha sido un largo proceso de duelo. Gracias a su participación en uno de los proyectos comunitarios ofrecidos por el programa, comenzó a recuperarse.

«Finalmente logré superar el trauma y no fue tan traumático volver [al lugar donde todo comenzó]».

Información sobre el programa

Información sobre el programa

Desde su lanzamiento en 2023, el programa Nuestra tierra, nuestra historia ha destinado alrededor de 1,77 millones USD a 13 proyectos de recuperación hasta octubre de 2025, de un presupuesto total de aproximadamente 28,7 millones USD.

Estas iniciativas apoyan directamente a las comunidades afectadas y ayudan a reparar los daños inmateriales. Todos los proyectos se desarrollan con la colaboración del Comité para las Pérdidas Inmateriales, lo que garantiza un diálogo continuo y la participación de las personas afectadas. Se prevén proyectos adicionales hasta 2027, fecha en la que finaliza el programa.


Objetivo Mundial respaldado a través de esta iniciativa:


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